Clipping | 27 de diciembre de 2024 | #528 Suscribir | Aportar
Tras su viaje a Chile, donde recibió el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas, la entrevistamos sobre Por cuatro días locos, novedad de Sigilo. [Valeria Tentoni|Blog Eterna Cadencia]
“Pequeño inventario de la Patria pop”, Por cuatro días locos es el último libro de María Moreno, publicado por Editorial Sigilo. Son crónicas, columnas, ensayos y artículos de distintas épocas, publicados en su mayoría en el periódico Página/12, “medio tolerante con los estilos barrocos que atienden más a los personajes que a los hechos, se olvida de la noticia y permite pasarse de los caracteres exigidos por la pauta", escribe Moreno en el prólogo exquisito de este libro “concebido por la propia autora", como reza la contratapa. Allí se encarga de figuras como las de Borges, Maradona, San Martín, Evita, Perón y sus caniches, la Coca Sarli, Cristina o el Che.
Mientras tanto, en Chile Banda Propia acaba de reeditar su primer libro, El affair Skeffington, que se presentó en el marco de la Furia del Libro y la apertura del concurso Santiago en 100 palabras. Además, la escritora argentina recibió la medalla y el diploma del Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas extemporáneo, otorgado originalmente en el año 2019.
“Yo no rescato textos periodísticos para tornarlos menos efímeros –la eternidad es un fantasma patriarcal–. Mis textos son literarios desde el principio. (…) No pienso que juntar mis crónicas en libro sea un deseo de trascendencia sino mostrar cómo uso los diarios como borradores. Yo soy cronista. Escribo sobre esto en Black Out. Y no pienso que el libro sea un “rescate” de una zona plebeya a otra más calificada.
“Quise reunir mitos populares argentinos y mezclar la hacienda: Barthes y Wimpi, Lezama Lima (tenía unas crónicas preciosas como la de una almendra) y Juan José de Soiza Reilly, Chesterton y el general Mansilla, Séneca y Mordisquito. No elijo, recopilo y hago conjeturas de interpretación. El “caloteo infaltable”: las mitologías de Barthes”.
-Estás escribiendo un libro nuevo. ¿Se puede saber algo de ese libro?
- Es sobre mi mutación disca. Está hecho de una serie de ensayos encadenados sobre la marcha, las políticas de las prótesis, la lengua –una lengua rota– el envejecer y, en general, la decadencia física y el brutalismo del presente, pero sobre todo sobre el derecho a morir.
2. Manuscrito. Para pegar poemas en la heladera
El libro de Martín Prieto deja en evidencia que la lectura de poesía no es nada arcano, que puede ser profunda pero también cosa cotidiana. [Pedro B. Rey|La Nación]
Un poema pegado en la heladera (Blatt&Ríos), otro de los libros del año, lo firma Martín Prieto: desborda de versos, pero está en prosa. Pequeños ensayos o crónicas razonadas, lo que dejan en evidencia es que la lectura de poesía no es nada arcano, que puede ser profunda pero también cosa cotidiana. Prieto relaciona poemas, los analiza y los hila muchas veces con elementos autobiográficos.
El libro podría valer por ese acercamiento a dos poetas clave [Bignozzi y Giannuzzi], pero hay, claro, muchos otros. La imagen “entre borrosa y mitologizada”, por ejemplo, que conserva Prieto de Elvio Gandolfo en un bar de Rosario, cuando lo conoció, y ese poema urbano que más tarde le permite entender que lo había encontrado en su “zona particular” del mundo. Y también el apartado del título, que habla del recorte de un poema de Francisco Madariaga, “Viaje estival con Lucio” que la mamá del autor tenía pegado en la puerta de la heladera.
3. Antología federal: cien poemas sobre fe y creencias de cien escritores argentinos
Reúne versos de Juan L. Ortiz, Alejandro Schmidt y Dora Hoffman, entre otros de autores de todo el país y distintas generaciones que participaron de una convocatoria abierta. [Daniel Gigena|La Nación]
Como parte de la “trilogía humana” de antologías poéticas de autores argentinos iniciada con Niñez, el sello Camalote lanzó Fe. 100 poemas sobre creencias de 100 poetas argentinos. El volumen abre con un prólogo del editor y escritor Ferny Kosiak, seguido de poemas de tres autores ya fallecidos: Juan L. Ortiz, Alejandro Schimdt y Dora Hoffman.
Colaboran en esta publicación autores de distintas generaciones y de todo el país, como Águeda Franco (con versos sobre el Gauchito Gil), Alejandra Adi, Alejandra Hocher, Alejo González Prandi, Bárbara Alí, Belén Zavallo, Cintia Ceballos, Claudio Gómez, Cynthia Rodríguez (con un poema a la Virgen de los pobres), Daniela Aguinsky, Diana Masini, Facundo Giménez y Gastón Andino. La convocatoria de la editorial independiente fue abierta.
4. Aliens y anorexia
Aliens y anorexia —recientemente traducida por Flor Braier para la editorial Caja Negra—, podría pensarse como, valga la coincidencia, una suerte de caja negra de Amo a Dick, el registro en negativo de un accidente. [Virginia Cosin|Revista Otra Parte]
Porque si Amo a Dick fue, tarde o temprano, un éxito, Aliens y anorexia no funciona. Y ese es el gran hallazgo y el motivo por el que es todavía mejor que la primera, ciertamente genial, pródiga en frases memorables e ingeniosas, pero demasiado “bien hecha”. Aliens y anorexia, en cambio, se desarma, no termina nunca de definirse, navega entre géneros —el epistolar, el ensayo, la memoria, el diario íntimo, el tratamiento de guión—, comienza y recomienza, asume la imposibilidad de desarrollar una idea, una historia, de unir recuerdos sin producir enchastres, derrames, cortes abruptos, saltos de eje, discontinuidades, contradicciones…
5. Liliana Heker: maestra de maestros
La gran escritora argentina cierra la tercera temporada del podcast Máquinas de escribir. [Blog Eterna Cadencia]
“En una ficción, como en el iceberg, emerge una pequeña cantidad, pero ese iceberg se sostiene con un 70 por ciento de su masa que se mantiene sumergido. Como Hemingway, yo eso lo pienso también para mis cuentos y novelas. Lo que importa es sentir que ese personaje que estás narrando, del que, por supuesto, no se puede contar todo, tiene una vida. Y que uno puede ir sacando conclusiones sobre esa vida, puede vincularse como se vincula con una persona”, explicó, en referencia al título que le dio a su nueva novela. “A veces en los cuentos importa más la situación, pero en las novelas a mí me importa más el personaje”, enseñó.
"Yo creo que una escribe no solo con la cabeza y la imaginación, escribe también con el cuerpo. Para mí la escritura es también un acto físico”, contó, y recordó el momento en que tuvo que pasar de escribir en su máquina Remington a la computadora.
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